La rehabilitación de un edificio puede aumentar su valor en un 25%

El número 19 de la calle Doctor Juan Bravo, del madrileño barrio de Fuencarral ha experimentado una reforma integral destinada a la reducción drástica del consumo de su energía. Tras un año de obras, el inmueble ha pasado de una calificación G a contar con una letra A en su etiqueta de eficiencia energética. Un cambio que ha transformado el inmueble en un edificio de consumo casi nulo. El proyecto se ha llevado a cabo gracias a una actuación conjunta entre la Asociación Nacional de Empresas de Rehabilitación (ANERR) y la compañía Tinsa Certify.

Para llevar a cabo las modificaciones en la propia envolvente del edificio, se han tenido en cuenta las orientaciones y la incidencia que tienen en el consumo energético. Así a la fachada oeste se le ha incorporado aislamiento y la fachada norte se ha convertido en a una fachada ventilada con el fin de mejorar las prestaciones térmicas del edificio. Al mismo tiempo se han añadido protecciones solares, persianas y toldos y se han reducido las infiltraciones, mejorando la estanqueidad del edificio mediante bandas y sellantes entre carpintería y fachada.

Las instalaciones térmicas también se han mejorado. Se ha pasado de antiguas calderas con radiadores y aires acondicionados convencionales a equipar cada vivienda con diferentes sistemas térmicos para poder mostrar nuevas opciones existentes en el mercado y permitiendo así una considerable mejora energética. Para ello, se ha instalado una caldera de condensación con radiadores de baja temperatura, bomba aerotérmica, suelo y techo radiante y bombas de calor, placas solares fotovoltaicas para autogeneración eléctrica y solares térmicas para agua caliente sanitaria.

La instalación eléctrica también se ha modificado por completo y se ha incluido detección de presencia, sistemas de regulación de la iluminación y tubos de luz donde no llegaba la iluminación natural. En el garaje se ha instalado un punto de carga para coches eléctricos. Las instalaciones hidráulicas han mejorado su eficiencia, mediante el control de consumo y aparatos sanitarios nuevos. En el edificio se ha realizado además una instalación domótica para el control de la climatización, medición de consumos, iluminación y monitorización del edificio, que dispone de fibra óptica y vídeo portero.

Después de analizar toda la intervención realizada, se aprecian los resultados: por un lado un incremento significativo del valor de mercado y por otro, una mejora en la calificación energética gracias a las mejoras realizadas en la envolvente así como en las instalaciones. Según Tinsa, "Tras los trabajos, las viviendas se han revalorizado en torno a un 25% de su valor inicial, pasando de 245.376 euros al comienzo de las obras en febrero de 2.013, a 306.720 euros una vez terminadas un año después".

En este tipo de actuaciones, se ha tenido en cuenta que dentro de las características de una vivienda hay elementos que influyen en el valor en mayor medida que el resto. Dentro de estos, algunos son inamovibles pero otras si es posible modificarlos aumentando así su valor y las posibilidades de venta. Descartando de nuestro análisis los elementos que no es posible alterar, como son la ubicación y la dotación del entorno, que influyen notablemente en su valor y precio, la certificación energética puede mejorar, con una serie reformas, muchas de ellas apenas costosas para el propietario, e incide, cada día más, en el valor del inmueble.

 

Fuente: elmundo.es

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